A partir del proceso de privatización de los ’90 el país se fue quedando sin los recursos humanos especializados que con esfuerzo de años había formado el Estado Nacional a través de sus agencias Agua y Energía Eléctrica e Hidronor. Los aprovechamientos hidroeléctricos de su propiedad opera-dos por las mismas fueron organizados en 13 unidades de negocio y concesionados a empresas privadas, pasado el tiempo los respectivos contratos comienzan a vencer a partir del año 2023, momento en el cual el dominio y la posesión de los equipos de las concesionarias se transferirán de pleno derecho al Concedente, es decir al Estado Nacional, el que deberá decidir si continúa con esta modalidad o bien retoma per se la explotación de tales aprovechamientos.
A la luz del estado de situación que se aprecia en la actualidad surge que el Sector Hidroeléctrico sufrió una importante regresión. En efecto, desde la puesta en servicio total de los grandes aprovechamientos hidroeléctricos Piedra del Aguila y Yacyretá, este último en cota inicial de embalse 76,00 m.s.n.m., el sistema tuvo un modesto incremento en virtud de la puesta en servicio de nuevos aprovechamientos hidroeléctricos, como ser: Nihuil IV, Pichi Picún Leufú, Potrerillos y Los Caracoles, a lo que se sumó también el incremento de potencia por el aumento de los 7,00 m. finales del referido embalse de Yacyretá, al poder operar éste en la cota de proyecto 83,00 m.s.n.m., lo cual permitió que la potencia hidráulica total del parque de generación se incremente en un 12%, emprendimientos cuyas carac-terísticas se pueden apreciar en el Cuadro Nº 1.
Actualmente se encuentra en construcción el aprovechamiento hidroeléctrico Punta Negra, el cual por lógica todavía no aporta al sistema eléctrico y ya fueron adjudicados para su construcción los aprovechamientos hidroeléctricos Néstor Kirchner, Jorge Cepernic y Chihuido I, cuyas característi-cas se detallan en el Cuadro Nº 2.
Es importante destacar que en los años ’60 las entidades financieras internacionales estaban dispues-tas a aportar fondos para proyectos hidroeléctricos, a las que se sumaron los proveedores de equipa-mientos electromecánicos manufacturados fuera del país. Ello posibilitó la concreción de los principales emprendimientos que encaró el país, tales como: El Chocón, Cerros Colorados, Salto Grande, Los Reyunos, Alicurá, Agua del Toro, Yacyretá, Piedra del Águila, etc., obras que materializaron la mayor parte del total hidroeléctrico existente en la actualidad.
En los ’90 comenzó un período en el cual se dejó virtualmente de lado el uso de esta tecnología direc-cionando la mayoría de los proyectos hacia el empleo de combustibles fósiles, paralelamente comen-zaron fuertes campañas “anti presas” que instalaron en la sociedad la idea de que este tipo de em-prendimientos provocaban impactos sociales y ambientales inaceptables.
Más recientemente, la preocupación internacional respecto a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que producen las tecnologías que emplean combustibles fósiles indujo a que se dediquen esfuerzos hacia el empleo de recursos renovables para la generación de energía eléctrica, entre ellos fundamentalmente los recursos hídricos. En tal sentido los organismos multilaterales de crédito y agencias de países exportadores de equipamientos, que habían dejado de financiar este tipo de proyectos, han revertido esta posición, existiendo proyectos hidroeléctricos en curso de ejecución con financiación proveniente de dichas entidades.
Es entonces que, en nuestro país, en los años ‘90 se produce un amesetamiento en la evolución de la generación hidroeléctrica y paralelamente un fuerte avance del empleo de la generación térmica para cubrir la creciente demanda de energía eléctrica, situación que se observa claramente en la Figura 1.
Concluido el año 2014, y con fuerte predominio de la energía térmica, el parque generador interconec-tado nacional atendió una demanda total de energía de 131.205 GWh/año. Con datos corregidos por lo antes expuesto en cuanto a la producción de Yacyretá, se alcanzó la composición de la matriz eléctrica que se muestra en la Figura Nº 2, por otra parte se contó con una potencia total de 31.376 MW que dio lugar a la composición de la matriz que se muestra en la Figura Nº 3.
Con la hipótesis de una tasa moderada de crecimiento de la demanda eléctrica del 3,5% anual acu-mulado, vía la intensificación de programas de uso racional de la energía, y mantener en las próximas dos décadas una contribución de la generación hidroeléctrica en la matriz del 35%, habría que incor-porar al año 2035, teniendo en cuenta pérdidas por subtransmisión y distribución, una capacidad adi-cional de generación del orden de 60.000 GWh/año, es decir más que duplicar la actual capacidad de generación del Sistema Argentino de Interconexión (SADI).
En cuanto a la potencia hidráulica y bajo las mismas pautas habría que incorporar 11.600 MW, lo que representa duplicar la actual capacidad instalada, aspiración que representa incorporar en pro-medio 580 MW anuales. Estos resultados muestran el esfuerzo que deberá realizar el país para mantener una participación en la matriz que desde ya es inferior a la que se registró en las dos décadas pasadas.
Frente al predominio actual del uso de fuentes energéticas a partir de recursos no renovables, puede afirmarse que sería deseable una matriz que incluya una proporción de fuentes de energía adecuada a las disponibilidades de recursos naturales del país, circunstancia que permitiría una mejor planifi-cación de la producción, mejorando así la gestión del sistema eléctrico.
Cabe enfatizar entonces que surge necesario reformular un plan energético global a largo plazo que permita, en varios años por delante, recuperar la generación hidráulica como una fuente racional, no dependiente y sostenible de energía eléctrica.
En la actualidad se aprecian señales políticas orientadas a concretar la construcción de presas con fines de generación hidroeléctrica y al respecto cabe mencionar que la Secretaría de Energía de la Nación cuenta con documentación relativa a estudios básicos, desarrollos de ingeniería y planos de proyectos hidroeléctricos elaborados en las décadas de los ’70 y ’80 por las ex empresas estatales.
Agua y Energía Eléctrica e Hidronor. Estos poseen diversos grados de avance, enfocados con pau-tas que son menester adaptar a los criterios técnicos, económicos y socio-ambientales actuales.
Al respecto se pueden citar avances realizados en este sentido por el Estado Nacional a través de la Secretaría de Energía, como ser la evaluación expeditiva de una serie de aprovechamientos hi-droeléctricos en cartera realizado en el año 2006 por la empresa estatal Emprendimientos Binacio-nales S.A. (EBISA), a partir de la cual y como resultado de un análisis multicriterio que tuvo en cuenta aspectos técnicos, económicos y ambientales permitió elaborar un ranking de proyectos.
A su vez dicha Secretaría creó en el año 2009 el “Programa Nacional de Obras Hidroeléctricas”, llevado a cabo por las Subsecretarías de Energía Eléctrica y de Recursos Hídricos de la Nación, con el objetivo de incentivar la construcción de centrales hidroeléctricas y más recientemente y en el mismo área se inició el desarrollo del «Programa de Estudios en el Sector Energético de la República Argentina (PESE)», que entre sus componentes incluye estudios tanto de proyectos hidroeléctricos de gran escala como de pequeños emprendimientos.
Las presas y embalses comprenden las grandes estructuras ingenieriles, por ello cada proyecto tiene una problemática muy particular por la cantidad y complejidad de los estudios a desarrollar hasta alcanzar un nivel de conocimiento y de certezas aceptables para proceder a su construcción, procesos que pueden llevar del orden de una década desde la concepción de la idea hasta la puesta en servicio de la obra.
No hay dudas de que es el Estado el que debe tomar a su cargo la revisión y actualización de los estudios y proyectos hidráulicos de usos múltiples en cartera, afirmación basada en que después del proceso de privatización ningún inversor privado demostró interés por el tema. Dado que es al mismo Estado que le corresponde elaborar la planificación de la energía a corto, mediano y largo plazo, resta definir una Política de Estado que promueva la construcción de presas con sentido es-tratégico en el marco de un plan de desarrollo nacional y regional.
No es utópico plantear estas ideas ya que en el mundo existen inversores interesados en lograr la con-cesión de este tipo de obras de infraestructura, resta concretar los ajustes necesarios para que la reini-ciación de una nueva etapa de incorporación de emprendimientos de este tipo sea una realidad.
Excelente resumen de lo sucedido en los últimos 25 años, y una puesta en foco de lo que se necesita de aquí en adelante, y una estimación de lo que desde la hidroelectricidad se puede aportar. La injustificada estigmatización generalizada de las hidroeléctricas es algo que ya pertenece al pasado. Tal es así, que las presas y sus embalses son consideradas actualmente como soluciones vinculadas al desarrollo sustentable (Declaración Mundial: Almacenamiento de Agua para el Desarrollo Sustentable, Kyoto, 2012), y con un reconocimiento específico de parte de las Naciones Unidas en relación al crecimiento esperado de oferta de energía eléctrica a futuro (Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, 2014). Para otros elementos de juicio a favor de volver hacia la hidroelectricidad en gran escala, sugiero el siguiente enlace con el contenido de una conferencia dada en el contexto de los 50 años de la Camara Argentina de Consultoras de Ingeniería – CADECI, de Octubre de 2014: http://www.cadeci.org.ar/images/aniversario/docs/Cardinalli.pdf