Las compañías que producen el biocombustible para mezclar en un 10 por ciento con gasoil están preocupadas. Es que desde hace tiempo vienen manifestando a las autoridades la necesidad de actualizar la fórmula que determina la rentabilidad para el mercado interno, pero sin embargo, la Secretaría de Energía sigue sosteniendo la política de congelar los márgenes de los productores de baja escala.
Con un mes de demora, y en un contexto de inflación que oscila – como mínimo – el 2 por ciento mensual, la cartera energética difundió las nuevas referencias de enero, prácticamente sin cambios respecto de diciembre: pasó de 7.138 a 7.145 pesos la tonelada, apenas 7 insignificantes pesos. Es el valor que pagan las refinerías. Misma relación mantuvo en el resto de los actores: grandes, grandes no integradas y medianas.
También llevó la alícuota efectiva de las retenciones a las exportaciones del 6.15 por ciento a 7.25. ¿Cómo impacta? En los números, suena a poco. Pero lo cierto es que el barril de crudo cayó por encima de los 50 dólares, reduciendo el costo de los combustibles fósiles, afectando la competitividad de la industria nacional. Además, vuelve a generar incertidumbre para cerrar contratos a futuro ¿Se van a sostener las reglas del juego? Es la pregunta de los gerentes comerciales, que no tienen información fehaciente para responder.
En estas condiciones internacionales por la merma de los derivados de los hidrocarburos, nichos que anteriormente compraban el biodiesel nacional, hoy son en muchos casos, mercados perdidos. Los importadores hacen cuentas porque el diésel tiene un precio de venta menor.
Las empresas afectadas son las denominadas grandes e integradas, aquellas que manejan toda la cadena de producción, desde la elaboración del aceite hasta la transformación en energía.
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