23 de junio 2016

Herencia energética: informe completo con el diagnóstico del Gobierno sobre el sector eléctrico

El sector energético fue uno de los más debilitados y peor gestionados por la política pública durante la década anterior a diciembre de 2015. Las nuevas autoridades encontraron infraestructura deteriorada, dé- ficits en generación, irregularidades en el comercio exterior, subsidios abultados y arbitrarios y una crisis notoria en la provisión de energía. Las tarifas de […]

El sector energético fue uno de los más debilitados y peor gestionados por la política pública durante la década anterior a diciembre de 2015. Las nuevas autoridades encontraron infraestructura deteriorada, dé- ficits en generación, irregularidades en el comercio exterior, subsidios abultados y arbitrarios y una crisis notoria en la provisión de energía. Las tarifas de electricidad, por ejemplo, se habían mantenido congeladas durante más de una década, aún con inflación alta por mucho tiempo. Entre 2001 y 2012 las tarifas residenciales de electricidad cayeron un 80% en términos reales.

Estos precios artificialmente bajos llevaron a un aumento del consumo y una caída de la producción de energía. Entre 2003 y 2015 el consumo de gas natural creció 41%, el de energía eléctrica creció 58% y el de naftas, 153%. Sin precios razonables, la oferta no acompañó. Entre 2003 y 2014 se perdió un stock de reservas equivalente a casi dos años de producción de petróleo y a más de nueve años de producción de gas. Esto produjo un deterioro del servicio: los cortes en la provisión de gas, sobre todo a la industria, pasaron de 3% en julio de 2003 a 17% en julio de 2015; y los cortes de electricidad en la región metropolitana de Buenos Aires pasaron de 8,3 horas por hogar en 2003 a 32,5 horas por hogar promedio en 2015. Esta situación perjudicó a los usuarios domiciliarios, al comercio y a la industria.

Así, Argentina perdió su autosuficiencia energética. La caída de la producción y el aumento del consumo redujeron los excedentes exportables y aumentaron las importaciones. La balanza comercial energética pasó de un superávit de 4.900 millones de dólares a un déficit estimado de 5.000 millones de dólares entre 2003 y 2015. A medida que fue dejando de ser generadora de divisas y se transformó en consumidora de divisas, la política energética se sumó a la lista de causas que terminó en la implantación del cepo cambiario en 2011.

La brecha entre el costo de producción y los precios artificialmente bajos de la energía fue cubierta por subsidios del Estado nacional, que con los años se transformarían en una de las causas principales del déficit fiscal: el gasto en subsidios e inversiones en energía de la administración nacional pasó de 1,2% del PBI en 2008 a 4,1% del PBI en 2015. Entre 2007 y 2015 el total acumulado de subsidios volcados desde el Estado al sistema energético fue de 600.000 millones de pesos, según datos oficiales. Se pasó de 1.185 millones de pesos en 2005 a 139.400 millones de pesos en 2015. Esto representó un incremento nominal del 12.000% en diez años. Según la consultora KPMG, entre 2005 y 2015 el Estado destinó 85.000 millones de dólares al conjunto del sector energético, una suma equivalente a tres veces el tamaño de las reservas del Banco Central en diciembre de 2015.

Los subsidios, además, fueron distribuidos sin equidad ni federalismo: una parte muy importante de ellos beneficiaron a usuarios de clase media de la región metropolitana de Buenos Aires. Según la Fundación para el Desarrollo Eléctrico, la tarifa eléctrica abonada por los usuarios de Edesur y Edenor era siete veces inferior a la que pagaban, en promedio, los clientes de las empresas de energía del interior del país. Los subsidios tampoco permitieron la creación de un círculo virtuoso en materia ambiental: entre 2003 y 2015, las emisiones de gases de efecto invernadero crecieron 144%.

En materia hidrocarburífera, se heredaron compromisos sin cancelar por más de 30.000 millones de pesos. Muchos actos administrativos arrastraban una demora de años. En otros casos, ni siquiera existía información sobre el nivel de cumplimiento efectivo de compromisos. Por ejemplo, el plan Más Cerca, conjunto de convenios con municipios, y la estructura de los fideicomisos del sector. La producción local de hidrocarburos tuvo un marcado retroceso en la última década. La de petróleo cayó un 12%. Pasó de 800.000 barriles diarios en 2005 a 700.000 en 2015. Por su parte, la de gas natural se desplomó un 26% en el mismo periodo, pasando de los 51.000 a 38.000 millones de metros cúbicos entre 2005 y 2015.

En materia hidroeléctrica, el desarrollo fue prácticamente nulo. Los sistemas de adjudicación eran poco transparentes y de mucha discrecionalidad. Pese a haberse celebrado por altos precios, casi todos los contratos fracasaron. Un contrato para hacer una represa sobre el Río Santa Cruz no se encuadraba dentro del marco jurídico y legal vigente ni contaba con un estudio de impacto ambiental.

El sistema de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica tenía muchos problemas de gestión e inversión. El financiamiento de los gastos de funcionamiento de las empresas y la inversión en el sector dependían de las transferencias del Tesoro Nacional, por más de 160.000 millones de pesos al año. Pese a estas cifras, los servicios prestados eran ineficientes y de muy baja calidad. El sistema de generación dependía de las importaciones en hora pico, a causa de la alta indisponibilidad del parque generador. En los últimos doce años, el promedio de cortes de luz aumentó de cuatro a siete interrupciones anuales por usuario y de 8 horas a 33 horas sin luz como promedio anual (un aumento del 450%). Era generalizado el atraso en los compromisos financieros, tanto del Gobierno Nacional para con las provincias como de las provincias para con CAMMESA, la empresa que centraliza el sistema, por montos que superaban los 20.000 millones de pesos.

Durante los últimos quince días del gobierno anterior, después de conocido el resultado de las elecciones, se modificaron varios contratos que mostraban incumplimientos significativos por parte de los generadores, en lugar de iniciar los procesos de rescisión regulares.

Los entes reguladores tuvieron un desempeño mediocre: permanecieron incumplidas las leyes que fijan los marcos regulatorios para la electricidad y el gas. Abandonando su rol original, tanto el ENRE, que regula la electricidad, como el ENARGAS, que supervisa el gas, pasaron a ocuparse de temas de gestión, incumpliendo el mandato de las leyes respectivas que los obligaban a abocarse a tareas de control. En el caso del ENARGAS, al asumir la nueva gestión se verificó la existencia de trámites frenados o “cajoneados” por orden verbal. Dado lo establecido por la Ley 24.076 las autoridades debieron activar numerosos incidentes administrativos con el fin de encauzar el normal desarrollo de los expedientes.

Similares falencias se observaban en las áreas legales correspondientes a Energía: la dispersión en la organización administrativa era notoria, con numerosos asesores realizando tareas desconectadas y demoras de hasta seis meses en la emisión de los dictámenes jurídicos obligatorios para los expedientes. Numerosos contratos fueron renovados poco antes del 10 de diciembre de 2015, a pesar de que hacía largo tiempo permanecían vencidos o incumplidos.

En detrimento de los intereses del Estado Nacional, hubo numerosos proyectos de obra que fueron estructurados por fuera del régimen legal aplicable. Un claro ejemplo de esto es el de las represas hidroeléctricas sobre el Río Santa Cruz. La Central Térmica Río Turbio careció de proyecto ejecutivo inicial, lo que derivó en cambios de diseño sin licitación y una ampliación ilimitada de la obra. Estas irregularidades fueron denunciadas ante la Oficina Anticorrupción y la Justicia Federal.

Ver informe completo.

5 Comentarios

  1. Jorge Follari

    La explicación de la gravísima situación de la gestión de la energía por parte del gobierno anterior, debería haberse realizado hace meses, para que los argentinos pudiéramos tomar conciencia de la situación.
    No se menciona en el informe que las compras de energía al exterior en esos años fue de aproximadamente 65.000 millones de dólares. Es decir cuatro veces el pago a los fondos buitres. Y mas grave aún es que deberemos seguir importando al menos por 5 a 10 años más. Es decir, se ha producido a la economía del país el déficit mas grande de divisas de toda su historia. Y debería haberlo subrayado el ministro.
    Otro tema que no se informa, es que se dejaron de lado durante esos años las ENERGIAS RENOVABLES que hoy son mas económicas que las convencionales y por eso se están aplicando fuertemente en Brasil, Uruguay y Chile por ejemplo.
    Por último debo decir que cuando se subsidia masivamente como se hizo, el que consume mas es el mas subsidiado que en general es el mas pudiente. Es decir se destinan recursos generales para subsidiar mas a los ricos. Una política inexplicable.
    Mg. Jorge Follari

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  2. Mauricio Vecchi

    Coincido totalmente con Jorge Follari. Una perfecta síntesis.

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  3. carlos

    Divertidisimo el informe! en ninguna parte dice que el deficit de exploracion y produccion se verifico pues YPF y las demas privatizadas NO invirtieron para reponer reservas (que vendian sin costo entonces) y por ello no quedo mas remedio que estatizarla. Tampoco destaca el incremento de reservas y produccion de gas con la YPF estatal.

    No veo la cifra de potencia instalada, que excede 10% el pico maximo de consumo. Ni tampoco se destaca que la reindustrializacion ( y el empleo) fue acelerada por el subsidio electrico a las fabricas (2/3 del total). No esta la cuenta del aporte al tesoro por los impuestos del gran consumo obtenido versus el monto de los subsidios recibidos . Falta de grandeza que le dicen…

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  4. Carlos B

    Carlos creo que le estas errando feo, ya que las reservas del sistema eléctrico, hace largo rato que se cubren con importaciones de energía de países vecinos. En relación a la cuenta que vos citas menos mal que no esta según vos ya que es terriblemente deficitaria. Respecto de YPF coincido con su recuperación, es más nunca debería haberse cedido a manos privadas esta herramienta del estado para balancear y ser protagonista del mercado.

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  5. Roman Garcia

    EL GOBIERNO ARGENTINO TIENE PROHIBIDO GENERAR ENERGIAS TERMICAS USANDO COMO COMBUSTIBLES EL GASOIL,EL GAS Y/O FUELOIL.SEGUN EL ACUERDO Y COMPROMISO FIRMADO EN DICIEMBRE DE 2016 EN FRANCIA CONTRA LA CONTAMINACION AMBIENTAL PERO EL MINISTRO ARANGUREN ESTA EN OTRO PLANETA.EN ENERGIA RENOVABLES TANTO PERU,COMO CHILE Y URUGUAY NOS LLEVAN AÑOS LUZ YA QUE ELLOS USAN SUS USINAS TERMICAS Y LAS ENCIENDEN CUANDO EXPORTAN A LA ARGENTINA ENERGIA ELECTRICA A US$ 750 POR MW Y US$ 950 POR MW Y QUE ESTOS PRECIOS ME LO DESMIENTA PUBLICAMENTE EL MINISTERIO DE ENERGIA Y MINAS.ESOS PAISES CONSUMEN CASI EL 50 % DE ENERGIAS RENOVABLES,UN 30% DE ENERGIA HIDRAULICA,Y EL RESTO DE ENERGIA TERMICA.EN NUESTRO PAIS PODEMOS A CORTO PLAZO REEMPLAZAR EL 100 POR 100 DE LAS ENERGIAS TERMICAS POR LAS RENOVABLES Y SIN QUE EL ESTADO INVIERTA UN PESO.SOLO LOS IMBECILES HACEN GASTAR DINERO DEL ESTADO INUTILMENTE EN VEZ DE DARLES A LOS JUBILADOS Y PENSIONADOS UN SALARIO DIGNO!!

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