“No creo que haya una resistencia explícita del sector petrolero al transporte eléctrico. Aunque, claramente, tampoco van a promoverlo. Hay muchos sectores que ganan con la economía del petróleo: en primer lugar están los gobiernos, en particular los gobiernos nacionales, y, en nuestro país, los gobiernos de las provincias petroleras en tanto que perciben impuestos y regalías. Les entra dinero a sus arcas por cada litro de combustible que consumimos”, detalla Juan Pablo Zagorodny, titular de AAVEA, en contacto con este medio.
“No cabe duda que el petróleo es una gran fuente de riqueza –continúa -, para los Estados y las empresas que lo administran. Sin embargo, la industria petrolera también requiere de subsidios, y en diversas formas. Sobre todo cuando el barril está entre 40 y 50 dólares, que es lo que vimos en 2015 y veremos en 2016. Y en particular: cada vez que hay daños ambientales tapados o perdonados. Y para verlos, no hay más que recorrer las zonas cercanas a las refinerías o a las plantas de procesamiento de crudo”.
Entonces, económicamente hablando: ¿le es conveniente al Estado apostar a largo plazo por los hidrocarburos? “Para mí, los números globales no son tan claros –contesta el especialista-. También es cierto que se genera una cantidad de empleo impresionante, con altos salarios, y que los gobiernos necesitan a esas empresas petroleras funcionando. Pero también generaría mucho empleo y muy bien remunerado la industria de las renovables, y sería un trabajo sustentable a más largo plazo”.
Para el presidente de AAVEA, si bien las petroleras no ven por ahora una disputa apreciable de mercados en las industrias emergentes de los rodados eléctricos y las energías alternativas, sí visualizan, junto a las empresas automotrices y de electricidad, que el futuro pasa por allí.
“Ante la pregunta si las automotrices tienen voluntad de introducir los autos eléctricos, yo creo que sí la tienen. A esas empresas les da lo mismo vender una tecnología u otra, y saben que les conviene ‘volverse verdes’. Lo están mostrando a diario”, señala Zagorodny, quien recuerda el escándalo de las emisiones adulteradas de los diésel de Volkswagen, que “urgirá a todas las automotrices a desplegar tecnologías más verdes en el transporte”.
Asimismo reconoce la complementariedad de un alto desarrollo petrolero con una economía de autos eléctricos y da el ejemplo de Noruega, país que apuesta a explotar sus hidrocarburos y, paralelamente, planifica tener 100 por ciento de autos eléctricos a 2025. “El petróleo puede exportarse, y usarse el excedente de su renta para desarrollar la combinación de ‘renovables + autos eléctricos’ ”, observa.
“Los vehículos eléctricos abren la posibilidad de diversificar la matriz energética al substituir demanda de combustibles por demanda de electricidad, que puede ser renovable, y, para que lo sea, debemos promover programas integrales de movilidad eléctrica + energías renovables”, asegura.
Al respecto, remata: “Simplemente, no hay mejor lugar para meter la energía renovable que en la batería de un vehículo eléctrico, y viceversa, no hay mejor energía para meter en un vehículo, que la energía renovable. En el Siglo XXI, finalmente, estamos asistiendo a un cambio de paradigma en la producción y el uso de la energía. No hay vuelta atrás”.
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