Los organziadores descalificaron a los pilotos españoles Albert Bosch y Agustín Payá por saltear varios controles. Aunque llegaron al final de la etapa quedaron afuera de la carrera.
El Acciona Dakar era impulsado únicamente por electricidad que proporcionan las cuatro baterias prismáticas de ion-litio de 140 kWh de energía. Pero solo le daban al vehículo entre 300 y 350 kilómetros de autonomía.
La proeza de los pilotos es haber llegado al final de las primeras tres etapas, especialmente la segunda, teniendo en cuenta que cada 300 kilómetros debían detenerse a cambiar las baterías (400 kilos en total).
El Acciona EcoPowered puede desarrollar velocidades de hasta 140 km/h, un ritmo nada despreciable si se tiene en cuenta que una camioneta V8 de 5 litros, con 360 caballos de potencia, puede alcanzar 170 km/h. Sin embargo el principal orgullo del vehículo, que se recarga enchufado a 220 volts y que cuenta con paneles fotovoltaicos.
Cada edición de este Rally tiene emisiones de hasta 15.500 toneladas equivalente CO². De todos modos, la organización se encarga, aseguran, de «compensar» en su totalidad las afectaciones ambientales de ese medio millar de máquinas a combustión. Desde el 2011 se invirtieron u$s 460.000 en donaciones a la sociedad Madre de Dios, que lleva a cabo diferentes acciones contra la deforestación en Amazonia peruana y que ya pudo salvar cerca de 120.000 hectáreas de bosque.
El desafío de Acciona fue demostrar la competitividad y confiabilidad de las energías renovables en la prueba más exigente del planeta para el deporte de los fierros.
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