Hace dos días el Gobierno argentino permitió que “la obra privada de infraestructura energética” quede exceptuada de la cuarentena obligatoria que rige en ese país desde el 20 de marzo pasado para mitigar al COVID-19. Esto habilita a que los proyectos que estaban en vías de construcción retomen actividades.
Pero se espera que los plazos previstos de obra se extiendan. No sólo por el parate del lapso de 20 días de aislamiento y el tiempo que conlleva reanudar obras, sino porque muchos de los proyectos requieren de personal que se encuentra en el exterior. No obstante, la excepción a la cuarentena es una buena noticia para el sector de las energías renovables en Argentina.
El último informe que publicó la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico –CAMMESA- indica que durante este año deberían empezar a inyectar energía limpia al Sistema Interconectado Nacional ocho parques solares fotovoltaicos por 669,5 MW.

Fuente: CAMMESA.
Casi la mitad de esa potencia corresponde al mega-parque jujeño Cauchari. Según directivos de la empresa constituida exclusivamente para su desarrollo y montaje, la obra de 300 MW ya está finalizada y sólo depende de la línea eléctrica que permitirá despachar la energía que generen los 1,2 millones de paneles fotovoltaicos.
Si bien el cronograma de CAMMESA indica que el proyecto debiera estar operativo a mediados de mayo, los atrasos por la cuarentena postergarían el evento para junio.
Por otra parte, del cronograma de CAMMESA se desprende que dos de los proyectos que fueron adjudicados en el Programa RenovAr están en proceso de “baja”. Esto se debe a incumplimientos en los hitos de construcción.
Por otro lado, el informe ostenta fecha de operación comercial al año 2040 para muchos de los proyectos, sobre todo de la Ronda 2. Según pudo saber este medio, se trata de aquellos emprendimientos que se encuentran en etapa de renegociación.
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