El ex secretario de energía, Emilio Apud, señaló que las expectativas de que Atucha II alcance su máximo potencial, podrían concretarse para inicios del mes de enero. El especialista indicó que la central nucleoeléctrica Presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner, atraviesa un período de prueba del reactor.
Cabe destacar, que el portal web de la administradora del mercado eléctrico (Cammesa) sigue marcando cero como potencia generada.
El edil señaló que una vez alcanzado su máximo de capacidad, la producción de energía arrojada por las tres centrales nucleares instaladas en el país (Atucha I, Atucha II y Embalse), rondaría los 1800 MV. No obstante, destacó en el marco de lo anterior, que la central nuclear de Embalse prevee un período de mantenimiento de dos años; por lo que el objetivo energético se vería retrasado.
“El cese de actividades en la planta de Embalse tiene por finalidad su repotenciación. Actualmente está alcanzando el final de su vida útil, por lo cual, el parate es necesario para extender su capacidad productiva por 20 años más”, dijo Apud.
La parada técnica se extendería por más de un año y a estos efectos, el aporte de la generación nuclear se mantendría prácticamente en sus actuales niveles. Es decir, dentro del 4 o 5 por ciento de la matriz energética.
Con relación a Atucha III, el experto mostró su disconformidad respecto de las políticas implementadas por el Gobierno Nacional. Actualmente, el Estado buscaría entablar relaciones con Rusia y China, en pos de propiciar inversiones para el desarrollo de la nueva planta, a construirse en zonas aledañas al territorio donde se erigen sus centrales hermanas.
“Es una decisión que marcará el futuro de la energía nuclear para los próximos 20 años. El Gobierno ya cometió algunos errores en el estado energético durante la última década, y al final de su mandato, pretende tomar decisiones que van a afectar a los próximos Gobiernos. Creo que sería un error firmar cualquier acuerdo, sin analizar el espectro de tecnologías a nivel mundial”, remató el funcionario.
En este escenario, exige el debate correspondiente dentro del Congreso, con el fin de lograr consenso tras un verdadero análisis del abanico de posibilidades. Instala como eje de discusión, si conviene seguir con la utilización de uranio natural o ya es hora de pasar al uranio enriquecido.
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