3 de septiembre 2014

Administrar o liderar la innovación: una disyuntiva estratégica en la gestión tecnológica de las energías renovables

El conocimiento es un factor fundamental de los procesos que llevan a la creación de riqueza para los países y a la mejora de la calidad de vida de las sociedades. Es por ello que resulta imprescindible direccionar los esfuerzos en materia de innovación y cambio tecnológico, con políticas públicas que potencien las actividades de […]


El conocimiento es un factor fundamental de los procesos que llevan a la creación de riqueza para los países y a la mejora de la calidad de vida de las sociedades.

Es por ello que resulta imprescindible direccionar los esfuerzos en materia de innovación y cambio tecnológico, con políticas públicas que potencien las actividades de gestión de la ciencia y la tecnología, y las orienten hacia la consecución de objetivos nacionales de desarrollo social y productivo.

La discusión que sugiere el titulo de esta breve editorial, es una disyuntiva vigente y no poco desarrollada en nuestro país. En rigor, desde los inicios de la organización del Sistema Nacional de Ciencia y Técnica, con la creación de los principales organismos nacionales, como el CONICET, el INTI, el INTA, CNEA, entre otros, el debate propuesto fue y es central en muchos autores relevantes.

En esta oportunidad, quisiéramos orientar nuestro enfoque al desarrollo de las tecnologías relacionadas con las energías renovables, sobre todo en el marco de la coyuntura energética actual y en perspectiva de que estas tecnologías serán protagonistas en un futuro cercano.

Intentaremos en pocas palabras ubicarnos en el debate central, aun sin hacer justicia ante los destacados autores que han desarrollado y  profundizado en este tema, y asumiendo el riesgo de que pueda quedar estéril nuestro esfuerzo de sintetizarlo en tan breve reseña.

Es así que a nuestro criterio “Administrar la innovación”, implica que la gestión tecnológica de un país es determinada por la oferta tecnológica inmediata actual, en la que el Estado asume un rol “administrativo”, para asegurar el flujo de tecnología que mejore los indicadores de gestión y resuelva las demandas sociales más apremiantes.

En ese caso, es probable que la economía trasnacional ofrezca como panorama tecnológico vigente, aquello que pueden producir o desarrollar, y que en ocasiones no sea precisamente sincrónico con los engranajes del propio sistema tecnológico, vale decir: que no se somete el desarrollo tecnológico a las necesidades y posibilidades productivas del país de destino, de esta forma es como los países centrales son los motores generadores de las demandas tecnológicas necesarias, forjando el panorama científico-tecnológico del país.

Por el contrario, “Liderar la Innovación”, implica tomar una política activa en las estrategias para un cambio estructural y el desarrollo económico y tecnológico de un país, pilares que hacen al sostén de un sistema productivo integrado.

Admitida la existencia de una economía fuertemente extranjerizada y con sectores cuasi monopólicos, es crucial  identificar los segmentos de las cadenas de valor en los que se puede incorporar más valor con autonomía nacional, partiendo de la base de que la innovación no vendrá de los segmentos extranjerizados, ya que estos trasladan esquemas de mercado ya trabajados en sus países de origen.

Bajo este panorama, las tecnologías de energías renovables presentan un desafío de magnitud relevante para el sector. En primer término deberíamos desarrollar un profundo conocimiento sobre la oferta internacional de bienes y servicios, caracterizar la cadena de valor de las distintas tecnologías para así poder identificar los eslabones más débiles, y sobre todo aquellos eslabones que son críticos para el desarrollo tecnológico que se trate y que asegure oportunidades de liderazgo tecnológico.

Podemos afirmar que nuestro país tiene importantes recursos renovables, como eólico, solar, hidráulico, entre otros, también podemos afirmar que contamos con importantes empresas capaces de desarrollar obras de infraestructura y producir componentes para el sector, pero es crucial identificar, a partir del análisis sistemático del sector, cuales son los productos, servicios o componentes estratégicos que puedan dotarnos de conocimiento transnacional y una oportunidad de liderazgo.

Valga el siguiente ejemplo para explicar nuestra mirada: A partir de la conformación de distintos proyectos en los últimos años, y a las condiciones que se han generado por la política actual de Ciencia y Tecnología,  se están desarrollando importantes capacidades nacionales para fabricar torres de gran porte para aerogeneradores de potencia, sin embargo es escaso el desarrollo en los principales componentes de mayor valor agregado, como los sistemas de sincronismo, generadores, software, entre otros que aún siguen siendo producidos y desarrollados fuera del país sosteniendo en el tiempo de vida del equipo nuestra dependencia tecnológica.

Nos hace falta una nueva política de innovación. No se trata de estar ‘a favor’ o ‘en contra’ de la ciencia y de la tecnología sino de abordar los cuestionamientos sobre los que hay que tomar decisiones: ¿qué ciencia?, ¿qué tecnología? y, específicamente, ¿la innovación de quién? Y ¿qué tipos de cambio? En otras palabras, necesitamos implementar metodologías de innovación  más diversas y mucho mejor distribuidas para encaminarnos hacia una mayor justicia social.

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